miércoles, 24 de noviembre de 2010

Regalo de una alumna.

La belleza física conquista los ojos; 
la personalidad conquista el corazón. 
Así eres tú, Diana.
Mentor 
(Acróstico) 
Pronunciado seísmo 
El empíreo y el orbe 
Dinámico planeta 
Remolino perenne 
Orate rapsoda. 

Viveza espiritual 
Emergiendo del alma, 
Rayo brioso y ardiente 
Acechando mi interior.



Sin darte cuenta

Mis palabras perfiladas se declaran
y pronuncian en susurros tu nombre
como la sigilosa música del viento 
que suavemente nos acaricia. 

Mis manos enlazan tu figura
y, sin preguntar cuál es el camino,
ya saben hacia donde dirigirse 
pues, tu erizado vello,  las va guiando. 

Mis besos lúbricos y vehementes
resbalan por tu gallardo cuerpo
mientras que el mío, lascivo,
se oculta, a la espera,
 detrás de una sonrisa. 

Y tú no consigues darte cuenta,
no notas que mi pensamiento, mi voz,
mi cuerpo, mi alma, 
todo mi ser gira a tu alrededor
como la órbita perenne de la tierra 
que voltea continuamente al sol. 

Mientras… 
 tú, amor,
sigues sin darte cuenta.

Aviso del corazón.


Me ha avisado varias veces mi cansado corazón
de que quiere dejar de latir sin sentido.
         Otras tantas le he explicado que no se impaciente,
que en cualquier momento vendrás a casa
y has de verlo reconfortado.
No sé para cuánto tiempo tendrá combustible.
Espero que no se le agote la reserva.
Lo llevo en punto muerto y no acelero
                       ¡¡pero me pitan!!
¿Qué hago?

            (Trinidad)

Tú eres luz


Nada hay como la luz,
todo lo transforma,
todo lo crea,
todo lo llena.

Nada hay como la arena,
todo lo envuelve,
todo lo sustenta.

Nada hay como el agua,
todo lo sugiere.

Águilas, 
tú eres luz, arena y agua. 

Pedro Vera Sánchez, Trinidad

Mercadillo Medieval (Vera-Almería)

En uno de los puestos del mercado, por casualidad (y fruto de mi curiosidad) encontré, en medio del patio de armas de la villa y rodeada de inusuales y bellos libros, una cortesana intelectual, mitad pez, mitad bufón, mitad fiera, mitad noble, mitad ave, mitad artesana... y un alto porcentaje de inteligencia (no me sobra ninguna mitad, más bien me faltan enteros para describirla) que, entre escena y escena con personajes improvisados, entre los que encarné a "Nube Blanca", nos recitó una leyenda de amor entre jóvenes sioux...

Amiga de viejas historias
Maga, princesa encantada
Idea para mil memorias
Genio, truhán, bella hada
Arcón de infinitas glorias

Silbo de elfo encantado
Ogro, oca, pez nadando
Nube de azul irisado
Indalo que me ha prendado
Agua que me estás saciando.

Acróstico a Zurano y Romance

Sonetillo





                   Amigo Antonio Zurano
                   Lugar de Las Canalejas
                   Manos diestras que manejas
                   Al aceite con tu mano
                   Zurano tiene la clave
                   Atesora los secretos
                   Razones que mis respetos
                   Almacena en una nave



                   Zagal criado en el campo
                   Un buen sitio en que aprender
                   Río seco, desencanto
                   Al ver el amanecer
                   Nunca olvides que has de ser
                   Oro puro y óleo santo.


                                                        (Trinidad)



Para la Almazara de D. Antonio Zurano.


Corría el año dos mil
cuando planté unos olivos
que desde Jódar, Jaén
criados por mis amigos
hasta Águilas trasladé.

Al principio, de pequeños,
con cariño los cuidé
como a niños desvalidos
agua y estiércol eché
hoy que se encuentran crecidos
se muestran agradecidos
y su fruto coseché
que en la almazara molidos
por D. Antonio Zurano
en el remolque cargué
quinientos litros sobrados
de un líquido tan preciado
que por las manos de Vicen
volvieron embotellados.

Ya no es la primera vez
ni la última será
que recolecte mi oliva
y a Zurano volverá
donde espero ver a Vicen
que algún verso escuchará
y a cambio un beso abrazado
seguro que me dará
pues lo vale su sonrisa
y sus formas de mujer
por eso ha de merecer
que mane mi mente versos
que yo le pueda ofrecer
que una mujer de bandera
jamás se podrá ofender
cuando llegue Pedro Vera
y a la hora de moler
en su cara vuelva a ver
renacer la primavera.

                              (Trinidad)