miércoles, 23 de noviembre de 2011

Peregrino de tu cuerpo.


Desde aquel día,
absorta tú en el paisaje,
atento yo (en retaguardia)
a tus acompasados movimientos
y escasas palabras,
comprendí que es
imposible abarcarte
con un entrecortado suspiro.

Y me sentí vagando,
peregrino de tu cuerpo,
por vetustos caminos de esperanza
que me han llevado a llamar
a la puerta de tu casa.

Ahora,
me has hecho comprender
que, en el amor,
sobran las palabras
y se hace imprescindible
el beso matutino
y el contacto de mi mano
abarcando el arco
de tu cintura
mientras, con la tuya,
rodeas con delicadeza mi cuello.

Y siento
como el amor
me ha llevado
a llamar a tu puerta
hallando la respuesta esperada
en tu mirada.

Pedro Vera Sánchez, Trinidad.

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